sábado, 23 de octubre de 2010

Empieza por el final y mejor será

De viejo ya y ojos perdidos
a veces en sus propias remembranzas,
hipnótico de sueños ya vividos,
en su sillón, canoso de añoranzas.

Se rumia el mar azul de sus olvidos
con sus ponientes largos y bonanzas,
sumido en los ocasos coloridos
de rojos fuego y ocres; mescolanzas.

Después, ya joven relativamente,
camina por la acera del pasado
de baldosas amarillas despintadas,
con su bastón punzando en un presente
y el alma, como su andar cansado,
buscando a cada trecho bocanadas.

Yo mismo, pisando los senderos
que él pisara,
voy tapando sus huellas
con mis pasos,
con mis manos
voy trenzando sus achaques,
con los ojos
nos hablamos del pasado.

Pretéritos los dos en esta tarde
cuando un sol de azafrán
se despide en la azotea,
su mirada de cordero
me atormenta, me analiza,
sus pupilas me preguntan,
y un recuerdo
de su pómulo gotea.

Le respondo con mis párpados
sumisos a los suyos,
con mis manos
en sus manos temblorosas,
y le cuento, sin hablarle,
tantas cosas...

Qué somos,
le cuestiono con el tacto
de mis dedos
en su piel de papiro envejecido,
qué somos más que el aire
que nos besa,
qué más
que una hormiga aventurera.
Qué fuimos, qué seremos,
Qué serás tú,
que después yo no lo sea.

! Yo qué zé !

Me responde como ausente
y me inunda
con su absorta verborrea.
Yo le digo
con palabras que él no oye
cualquier cosa que le calme,

...Lo que sea.
Y le hablo, le regalo
interjecciones, y le animo,
mas no quiero que me vea
entreabierta el alma
y desgarrada,
y sonríe cuando le digo:

Tranquilo, Papá, que somos Todo,
tranquilo, Papá, que somos Nada.




A mi Padre, (Almadrabero)
Expulsado de Sancti Petri, su pueblo, por el Poder
Económico.
Expulsado de Astilleros, su trabajo, por el
Poder Político.
Expulsado de la Vida, su vida, por el Alzehimer.



Colectivo de Letras Libres

3 comentarios:

  1. Acabo de llegar a casa, voy a mear y te cuento.

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  2. Bueno, lo que te decía.

    Qué pasada llegar a casa deseando escribir, porque me ardían los dedos, lo juro; cada vez el monstruo que llevo dentro se queja más y más, pero es increíble lo callado que se queda el muy cabrón cuando le vacio las venas en un papel o en un documento de word pad. Vuelvo a jurarlo. Después de una media hora de tecleos sucedidos por caladas+tecleos, entro aquí y me leo lo que has posteado durante otros treinta minutos. Manipulando el tiempo, o mejor dicho, bajo el poder del tiempo me he pasado releyéndolo (entiéndase atrapadísima) pues... otra media hora, ¿me sigues? OTRA MALDITA MEDIA HORA. ¿Casualidad? Cada treinta minutos (aproximadamente) piso tierra y, o bueno, vuelvo a esta dimensión y soy consciente de mí misma. Antes lo creía una locura. Ahora no dejo de pensar en ello. La piel se me ha escarchado y los ojos están supurándome. Ahora sí, con tal de encontrarme éstas cosas así, sin más, y sentir cómo me escala las tripas con el fin de alojarse en mis pulmones (¿empiezo a hiperventilar yo o es el ventilador?) dejo que se me caigan los ojos con tal de conservar las manos y aplaudir, en la distancia, al señor que ha escrito semejante grandeza: Cha-pó.

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